jueves, 2 de enero de 2020

LA NARRACIÓN COMO ESTRATEGIA DIDÁCTICA EN EL AJEDREZ ESCOLAR

LA NARRACIÓN COMO ESTRATEGIA DIDÁCTICA EN EL  AJEDREZ ESCOLAR
LIC. JAVIER CARAMIA

(Extracto )


          Las narraciones como estrategia didáctica son herramientas para introducir conceptos, pero, principalmente, para generar un red de significados sobre los cuales apoyar luego el trabajo pedagógico. Porque, además de la "foto" existe también la "película". La foto sería la narración producida en una clase concreta. Esa pequeña foto de hoy se va entretejiendo en una película que la potencia aún más; se va alimentando de otras historias y narraciones que compartamos con los alumnos –o ellos con nosotros- y los personajes aparecerán en diversos momentos de nuestra clase. En cierto sentido, cobrarán vida: existirá un Rey Descuidado que olvida todo, el Dr. Copiowski andará por los pupitres de nuestros alumnos, así como el Rey de Lata o el Rey Fanfarrón, haremos menciones a Aquiles, nos emocionaremos con la hazaña del Peón Solitario y con La venganza de los caballos de la reina. Eso es vivir en historias. Podemos darle sentido, contárselas a otros, recordarlas con una imagen, identificarnos con alguna de ellas o con algún personaje, reescribirlas; en fin, habitar en ese mundo socialmente construido en nuestra aula.
Es factible seguir argumentando a favor de la narración. Por ejemplo, cómo puede ser aprovechada en la escuela por otros docentes, cómo ayudar partiendo concretamente desde el ajedrez a algún niño para poder integrarse en uno de los mundos posibles –según la expresión de Bruner- al que tal vez no podría acceder desde otra puerta, por razones tan diversas que no nos obligan a decir que el ajedrez lo puede todo. Más bien, nos invitan a pensar en la necesidad de disponer la mayor cantidad de puertas posibles, para que cada quien encuentre la suya. El ajedrez escolar será una de ellas. ¿Por cuál o cuáles puertas hemos hecho nuestro ingreso al mundo? ¿Cuál fue la que mantuvo el encantamiento para sostener ese tránsito, con frecuencia hostil, de la seguridad de la infancia al mundo adulto?
El conocimiento es una construcción social y, por lo tanto, los significados que se comparten culturalmente son aquellos que permitirían mejor esa construcción. Lo valioso del ajedrez es, además, la riqueza simbólica de sus formas, la posibilidad de interpretar y cargar de sentido de maneras distintas y válidas, tanto al juego, como lo que está alrededor del ajedrez. Simplemente, las historias que siguen, serían muy difíciles de pensar referidas al juego de damas, por ejemplo. 

Ejemplo:
I.  La Historia del Rey Olvidadizo y Descuidado
           Este cuento tiene por objetivo introducir el tema de la llamada Diagonal de la muerte. He ahí el “esqueleto”, el contenido ajedrecístico en su forma más básica. Simplemente se podría indicar que las diagonales e1-h4 y e8-h5 son débiles y no hay que descuidarlas. Tampoco ayuda mucho el nombre: la muerte y la escuela no son tan amigas. El guión narrativo que propongo –y que he utilizado en numerosas y diversas situaciones- debe ser “completado” en clase de acuerdo a la situación concreta. Por otra parte, como está destinado a niños más bien de los grados más chicos, es bueno “interpretar” en el sentido de actuar, y “narrar” la historia y no simplemente “leerla”.
«Había una vez un rey muy despistado. Siempre se lo veía pensativo, buscando por todos lados las cosas que había olvidado. Una vez se olvidó la corona de rey en la clase de ajedrez y tuvo que volver, pero esta vez dejó su bastón de mando. Como se olvidaba hasta el nombre, algunos lo llamaban Don Olvido.
Aunque parece muy divertido, él era Rey de ajedrez y cada vez que jugaban sus piezas se ponían nerviosas y tenían que ayudarlo a desarrollar la partida, mientras las piezas contrarias no paraban de reírse. Para que no tengan dudas voy a contarles sus partidas.
En la primera iba con blancas: llegó y se sentó ¡en el lugar de la reina!
—¡Pero, te olvidaste otra vez! La reina blanca va en la casilla blanca, ¡Correte!
Todo el tablero estaba preparado, pero las blancas no hacían su primera jugada. Hasta que el peón de f2 se dio cuenta y le dijo al Rey.
—Disculpe, Su Majestad, me parece que se olvidó que movemos primero.
—¡Ah, cierto! Bueno, ya que te acordaste, movete, pero un pasito, nada más.
El peón avanzó de f2 a f3 y las negras contestaron con su peón de e7 a e5.
Pasaba nuevamente el tiempo: cinco minutos. Todos creían que el estaba pensando su movida, pero otros cinco minutos bastaron para que el rey de las negras le dijera:
—¿Va a tardar mucho más o puedo comenzar a leer un libro de cuentos?
—¿Ya me toca de vuelta? Bueno, a ver...move vos, hasta g4— le dijo al peón de g2.
Se oyó un ligero murmullo en las filas negras. El rey de las blancas, fiel a su nombre, había descuidado la diagonal e1h4. El rey de las negras le dijo a su reina:
—¿Por qué no vas a h4 a  hacerle una visita a nuestro amigo y le recordás que es su turno?
La reina hizo su jugada hasta h4 y, como un saludo le gritó al rey blanco:
—¡Jaque!
—¡Jaque! ¿Jaque? Esa palabrita me recuerda algo, ¿Jaque? ¡Pero, no me acuerdo qué era!
El alfil que estaba a su lado, mientras las piezas negras se reían, le contestó.
—¡Cómo se olvida! Una palabra importante en ajedrez. Significa que lo están atacando.
—¿Atacando? ¿¿A mí?? ¡¡Pero, cómo se atreve!! Y le dice a la reina, Hacerme jaque a mí, pero qué insolencia, eso está muy, muy mal. ¡Qué vergüenza!
—Bueno, no es para tanto, para eso jugamos. Por qué no soluciona su problema.
—Sí, claro, ya mismo—y le dice a su alfil—mové a f2 así me defendés.
—Con mucho gusto lo haría, señor, pero yo no puedo mover de esa manera.
—Entonces, usted, el del caballo, colóquese en g3 para protegerme.
—Lo siento, pero las reglas de este juego me lo impiden.
El rey, intentó apartar un peón de su casilla, para ocuparla él, le rogó a la torre que capturara la reina, sin embargo esas jugadas no valían. Por lo que le dijo a la reina:
—No encuentro forma de solucionar este jaque.
—¡Por supuesto! ¡Entonces ha perdido, le hice jaque mate!
Tiempo después, jugó de nuevo con las blancas pero ya había tomado varias clases de ajedrez para mejorar su juego y no cometer los mismos errores. Así, que cuando le avisaron que tenía que mover, se recordaba a sí mismo, mientras pensaba su jugada:
—El profe me explicó que había una diagonal peligrosa. No tengo que desprotegerla, esta vez no voy a equivocarme... Lo que no recuerdo bien es: ¿cuál era esa diagonal? Qué mala suerte, qué muevo. A ver, a ver. Sí ya está. Mové vos, le dice al peón de f2, hasta f4.
La reina, que no hizo a tiempo a detenerlo le gritó:
—Pero qué hiciste, abriste la diagonal más peligrosa del tablero. ¡Otra vez!
—Bueno, pero no te enojes. Ahora me acordé, todavía tenemos tiempo.
Mientras discuten, las negras juegan e7—e5.
—Mirá, le dice el rey a la reina, ahora ponemos al soldado en g3 para cuidar esa diagonal. ¿Ves? Ya solucioné el problema, soy un genio. (El peón mueve a g3.)
Las negras capturan e5xf4 y el rey blanco se enoja.
—¡Capturaron a mi mejor soldado! Me las pagarán. Usted, el de g3, captúrelo. (gxf4)
El peón blanco lo hace, y la reina blanca, casi con burla, le pregunta al rey:
—¿Te acordás, "genio", para que habías puesto al soldado en g3?
—¿Yo? Sí, claro. Esteee... no. ¿Para qué había sido?
—Yo se lo voy a recordar, su alteza —grita, la reina negra, mientras se mueve en diagonal hacia h4— era para que yo no pudiera venir hasta aquí. Lamento que se le haya olvidado, pero, debo decirle, otra vez: ¡Jaque Mate!»
Algunas veces, la narración termina aquí, en otras ocasiones –siempre considerando la situación concreta- agrego el siguiente final:
                «El Rey no se desanimó: tomó nuevamente clases, le explicaron una y otra vez el peligro de la diagonal y le aconsejaron que se pensara más cada jugada. Así, preparado, se presentó a jugar. Pero, esta vez el problema fue otro: ¡le tocaron las piezas negras y el cambio de perspectiva lo confundió! Ya no estaba seguro si la diagonal débil era la de la izquierda o la de la derecha. Mientras tanto, las blancas jugaron 1.d4, y, sin estar del todo convencido, el rey ordenó jugar 1…f5. Las blancas continuaron con 2.Ag5 Entonces, recordó que debía pensar las amenazas del adversario y descubrió que el alfil atacaba indirectamente a su reina e inmediatamente dispuso 2…h6 3.Ah4 y, por supuesto, ahora 3…g5 4.Ag3 f4 “Nadie ataca a mi reina”, dijo exultante, “Alfil, serás capturado”. Pero, ante la respuesta 5.e3 de las blancas se percató, de repente, de que éstas amenazaban “Dh5 mate”. ¡Otra vez la misma diagonal! Estaba a tiempo, todavía, y se defendió con  5…h5. Contra 6.Ad3 ya estaba a punto de pedir que capturaran al alfil, cuando volvió a sentirse desprotegido por la diagonal y advirtió la amenaza 7.Ag6. No se le ocurrió mejor defensa que 6…Th6. (Ver diagrama) Suspiró aliviado, creyendo haber resuelto, de una vez por todas, el problema. Su paz duró poco: tras la inesperada jugada 7. Dxh5 Txh5 8.Ag6 mate. No se tienen nuevas noticias del rey, pero seguro que anda por ahí, todavía jugando al ajedrez.»

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