sábado, 4 de enero de 2020

¿AJEDREZ ESCOLAR, O AJEDREZ EN LAS ESCUELAS?

AJEDREZ ESCOLAR O AJEDREZ EN LAS ESCUELAS  
Extraído de Caramia Javier, Alejandro Moretti y Marcelo Reides (2016) Estrategia 
y táctica del ajedrez escolar. Buenos Aires, Ventajedrez. 
La primera diferencia que puede encontrarse entre el ajedrez y el ajedrez escolar es que éste último conserva su dimensión de juego y se le "lima" la dimensión deportiva, algo nada sencillo. Entre otras dificultades aparece la del sujeto que enseña, pues según tal y cómo se perciba y cómo defina su rol tenderán sus acciones a atenuar el componente competitivo. Por otra parte, algunos padres y/o familiares colaboran poco con la causa del ajedrez escolar, trasladando a sus niños un afán competitivo que, en la gran mayoría de los casos, se corresponde con la frustración del adulto por no haber podido desarrollar una carrera deportiva satisfactoria. Sin embargo, la reflexión sobre estas temáticas y la acción concreta para transformar y/o eliminarlas de raíz, es lo primero que distingue al deporte social/escolar del deporte a secas y, en nuestro caso, al ajedrez escolar del ajedrez. 

Hay otros puntos a considerar que se vinculan con el anterior. Si el ajedrez escolar carece de gran parte de la dimensión deportiva del ajedrez a secas, entonces será otra la intencionalidad de quien lo enseñe,(....) : No será la pretensión formar ajedrecistas.
El sujeto destinatario del ajedrez escolar sigue siendo el alumno y no el jugador de ajedrez y también la figura de quien enseñe deberá ser otra distinta al "entrenador" para convertirse en un docente.

Llamar "ajedrez escolar" es reconocer que antes que ajedrez está la escuela en la que se lo enseña, en la que nuestra tarea es apenas  una colaboración más para la educación de los niños. Esto que parece evidente suele a veces ser desconocido: no es lo mismo ir a un club de ajedrez en donde el ajedrez es obviamente el centro, y el motivo de existencia de la institución que participar  en una institución de singulares características y complejidades como la escuela.  

Quizá la primera distinción, vinculada con la intencionalidad y los objetivos de quien enseña sea la de "flexibilización" de las reglas del ajedrez y no solamente por necesidad didáctica. En ajedrez escolar, especialmente en los primeros grados y en el nivel inicial, la captura del rey -como paso previo hacia el jaque mate- es algo bastante aceptado....en beneficio de la significatividad que pueda tener el juego.
El ajedrez escolar está trenzado en estas discusiones acerca de lo público, acerca del bien común, acerca de la política. Queda, como nueva tarea, comprender en qué medida puede el ajedrez escolar hacer su contribución en estos términos. Quizá sea más valioso mencionar alguna posibilidad, vinculada con la 
inclusión social es un juego que requiere pocos gastos, no requiere raquetas, ni campos de juego de extensión enorme, puede jugarse con buen o mal tiempo y no distingue cuestiones generacionales, puede ser practicado por sujetos con alguna limitación física, etcétera.  
Asimismo, el ajedrez brinda la posibilidad de generar una reflexión sobre el otro, sobre el pensamiento desde el lugar del otro no hay  manera de jugar una partida de ajedrez en la que al desarrollar mis ideas y llevarlas a la práctica no deba tener en cuenta qué hace el otro con quien juego y cómo ese otro intentará a su vez comprender mis ideas y desbaratarlas. 
También es lícito ver al ajedrez como modo de revalorizar la capacidad de pensar con autonomía: en cada partida puedo pensar por mí  mismo y quedan abolidas  las diferencias de clase, forman parte de los objetivos de su inclusión en las escuelas.
 He ahí algo que debería diferenciar al que enseña ajedrez en las escuelas de quien enseña ajedrez escolar: el incesante esfuerzo por pensar día a día, clase a clase, sobre por qué y para qué estamos en la escuela. 

viernes, 3 de enero de 2020

Las primeras competencias: Etapa escolar e infantil

Ajedrez en las escuelas
Como mencioné anteriormente, en mi escuela no se dictaba la materia ajedrez. Permítanme detenerme aquí para desarrollar el tema. Se ha dicho, y así lo creo, que la inserción del ajedrez en las escuelas es una herramienta excelente para el desarrollo y la educación de los niños. A los niños les encanta el juego y lo aceptan con mayor facilidad y entusiasmo que cualquiera de las materias tradicionales. Sean conscientes o no de ello, cuando empiezan a desarrollar sus ideas frente al tablero, sus mentes comienzan a pensar de una manera muy organizada. Cuando un niño piensa en los planes que debe llevar a cabo, en las estrategias de los rivales que debe evitar y en las múltiples situaciones que le toca enfrentar, desarrolla un pensamiento totalmente trasladable a la vida. Cuando aprende a ir "una jugada adelante" de los hechos que se le avecinan, logra evitar sorpresas desagradables y, sobre todo, está mejor preparado para lidiar con lo que le toque enfrentar. 
¿Es este un proceso tan fácil y sencillo? Sí y no. Si las personas que están a cargo de esta tarea tienen el talento y la capacidad necesarios, hay muchas posibilidades de que el ajedrez se convierta en una herramienta útil como pocas. Pero si el ajedrez se dicta en las escuelas sin contar con un plan maestro ni con las personas adecuadas, difícilmente algún niño pueda aprovecharlo o, en el mejor de los casos, solo lo harán unos pocos.
Incluir al ajedrez en las escuelas, ya sea de forma obligatoria u optativa (este es otro debate), implica contar con un plan serio, con docentes que estén preparados para lograr dos objetivos principales: 
a) que el ajedrez sea una herramienta de aprendizaje y
b) que los niños, una vez terminada su etapa escolar, decidan si quieren seguir jugando e intenten pasar a un estadio superior, asociándose a un club de ajedrez, estudiando con maestros particulares o siendo autodidactas. 
Lo ideal sería que el estado nacional tuviera un plan maestro, un "PLAN NACIONAL DE AJEDREZ" que abarcara a todas las provincias, y cada una tuviera su propio plan para adecuarlo al contexto social de cada escuela.
Formar campeones no es el objetivo principal, pero es uno de los más importantes. Porque son ellos quienes incentivarán a los que recién comienzan. En nuestro país no hay un plan nacional, hay diferentes planes en distintos lugares. Si miramos los resultados, podríamos afirmar que en casi ningún lado se hace de manera correcta. Un plan exitoso debería incluir personal capacitado que preparase a los docentes. De este modo, podrían llevarlo a cabo los maestros de grado o profesores de ajedrez que estén capacitados para enseñar. Lamentablemente, nada de eso sucede. Muchos de los directores de los planes escolares están atornillados a sus cargos, no están a la altura de las necesidades, y suelen ser nombrados por afinidades políticas u otros motivos ajenos a los profesionales. Al igual que en otras áreas, deberían realizarse exigentes concursos. Conozco muchos casos en los que los profesores obtienen sus cargos por ser hermanos, amigos o conocidos de alguien. Por supuesto, sus clases no sirven para nada.
Pero no solo el ajedrez es víctima de la falta de políticas deportivas estatales. Para empezar, urge la creación de un Ministerio de Deportes, entidad que existe en muchos países desarrollados. Desde este organismo y aplicando las leyes (que existen pero no se toman en cuenta), debe crearse una política deportiva coherente, apostando al deporte como factor de reparación social e intentando que nuestros deportistas lleguen a los lugares más altos. Pero la realidad indica que el éxito de nuestros representantes se debe casi exclusivamente al esfuerzo individual y al propio talento. Hay algunos casos aislados pero, sacando el fútbol y algún otro deporte excepcional, los resultados vienen decayendo en los últimos años.
Les cuento algo que sucedió durante un torneo escolar en el que se jugaba sin reloj. En un determinado momento, los profesores dieron por finalizado el tiempo de las partidas. De acuerdo a las posiciones que veían en los tableros, decretaban quién ganaba. Pero claro, como entendían bastante poco del tema, se basaban en la cantidad de piezas de cada jugador. Cuando se acercan a mi mesa, me dicen que perdí (porque tenía dos peones de menos). Yo estaba convencido de que mi posición estaba ganada. Me quejé y me contestaron mal. Me puse a llorar (el tema del llanto ante situaciones injustas y resultados negativos estaría presente toda mi carrera) y, ante esa reacción, el profesor intentó explicarme que no había tiempo para seguir. Le dije que había sacrificado los peones pero que estaba ganado. Me dijo que no. Le propuse que siguiéramos la partida sin pensar ninguno de los dos y, obviamente, le gané enseguida, aunque ya era demasiado tarde. A veces pienso que quizás ese modo de conocer la injusticia me haya servido para estar alerta en otras ocasiones.
Los torneos intercolegiales metropolitanos constaban de distintas etapas clasificatorias que culminaban en la final, que se disputaba en el enorme colegio Bernasconi. Salí campeón en sexto grado (1984) y en séptimo grado (1985), con el récord de haber ganado todas las partidas terminando con los nueve puntos posibles. Era mi última etapa escolar (en el secundario ganamos algunos torneos por equipos), ya había empezado a competir profesionalmente, participando en los campeonatos metropolitanos, nacionales, panamericanos e internacionales.
(Extraído de  Pablo Zarnicki (2014) Viaje a través del tablero.  Autobiografía, Bs. As. Editorial Soñar Despierto, páginas 19 a 21.)


jueves, 2 de enero de 2020

LA NARRACIÓN COMO ESTRATEGIA DIDÁCTICA EN EL AJEDREZ ESCOLAR

LA NARRACIÓN COMO ESTRATEGIA DIDÁCTICA EN EL  AJEDREZ ESCOLAR
LIC. JAVIER CARAMIA

(Extracto )


          Las narraciones como estrategia didáctica son herramientas para introducir conceptos, pero, principalmente, para generar un red de significados sobre los cuales apoyar luego el trabajo pedagógico. Porque, además de la "foto" existe también la "película". La foto sería la narración producida en una clase concreta. Esa pequeña foto de hoy se va entretejiendo en una película que la potencia aún más; se va alimentando de otras historias y narraciones que compartamos con los alumnos –o ellos con nosotros- y los personajes aparecerán en diversos momentos de nuestra clase. En cierto sentido, cobrarán vida: existirá un Rey Descuidado que olvida todo, el Dr. Copiowski andará por los pupitres de nuestros alumnos, así como el Rey de Lata o el Rey Fanfarrón, haremos menciones a Aquiles, nos emocionaremos con la hazaña del Peón Solitario y con La venganza de los caballos de la reina. Eso es vivir en historias. Podemos darle sentido, contárselas a otros, recordarlas con una imagen, identificarnos con alguna de ellas o con algún personaje, reescribirlas; en fin, habitar en ese mundo socialmente construido en nuestra aula.
Es factible seguir argumentando a favor de la narración. Por ejemplo, cómo puede ser aprovechada en la escuela por otros docentes, cómo ayudar partiendo concretamente desde el ajedrez a algún niño para poder integrarse en uno de los mundos posibles –según la expresión de Bruner- al que tal vez no podría acceder desde otra puerta, por razones tan diversas que no nos obligan a decir que el ajedrez lo puede todo. Más bien, nos invitan a pensar en la necesidad de disponer la mayor cantidad de puertas posibles, para que cada quien encuentre la suya. El ajedrez escolar será una de ellas. ¿Por cuál o cuáles puertas hemos hecho nuestro ingreso al mundo? ¿Cuál fue la que mantuvo el encantamiento para sostener ese tránsito, con frecuencia hostil, de la seguridad de la infancia al mundo adulto?
El conocimiento es una construcción social y, por lo tanto, los significados que se comparten culturalmente son aquellos que permitirían mejor esa construcción. Lo valioso del ajedrez es, además, la riqueza simbólica de sus formas, la posibilidad de interpretar y cargar de sentido de maneras distintas y válidas, tanto al juego, como lo que está alrededor del ajedrez. Simplemente, las historias que siguen, serían muy difíciles de pensar referidas al juego de damas, por ejemplo. 

Ejemplo:
I.  La Historia del Rey Olvidadizo y Descuidado
           Este cuento tiene por objetivo introducir el tema de la llamada Diagonal de la muerte. He ahí el “esqueleto”, el contenido ajedrecístico en su forma más básica. Simplemente se podría indicar que las diagonales e1-h4 y e8-h5 son débiles y no hay que descuidarlas. Tampoco ayuda mucho el nombre: la muerte y la escuela no son tan amigas. El guión narrativo que propongo –y que he utilizado en numerosas y diversas situaciones- debe ser “completado” en clase de acuerdo a la situación concreta. Por otra parte, como está destinado a niños más bien de los grados más chicos, es bueno “interpretar” en el sentido de actuar, y “narrar” la historia y no simplemente “leerla”.
«Había una vez un rey muy despistado. Siempre se lo veía pensativo, buscando por todos lados las cosas que había olvidado. Una vez se olvidó la corona de rey en la clase de ajedrez y tuvo que volver, pero esta vez dejó su bastón de mando. Como se olvidaba hasta el nombre, algunos lo llamaban Don Olvido.
Aunque parece muy divertido, él era Rey de ajedrez y cada vez que jugaban sus piezas se ponían nerviosas y tenían que ayudarlo a desarrollar la partida, mientras las piezas contrarias no paraban de reírse. Para que no tengan dudas voy a contarles sus partidas.
En la primera iba con blancas: llegó y se sentó ¡en el lugar de la reina!
—¡Pero, te olvidaste otra vez! La reina blanca va en la casilla blanca, ¡Correte!
Todo el tablero estaba preparado, pero las blancas no hacían su primera jugada. Hasta que el peón de f2 se dio cuenta y le dijo al Rey.
—Disculpe, Su Majestad, me parece que se olvidó que movemos primero.
—¡Ah, cierto! Bueno, ya que te acordaste, movete, pero un pasito, nada más.
El peón avanzó de f2 a f3 y las negras contestaron con su peón de e7 a e5.
Pasaba nuevamente el tiempo: cinco minutos. Todos creían que el estaba pensando su movida, pero otros cinco minutos bastaron para que el rey de las negras le dijera:
—¿Va a tardar mucho más o puedo comenzar a leer un libro de cuentos?
—¿Ya me toca de vuelta? Bueno, a ver...move vos, hasta g4— le dijo al peón de g2.
Se oyó un ligero murmullo en las filas negras. El rey de las blancas, fiel a su nombre, había descuidado la diagonal e1h4. El rey de las negras le dijo a su reina:
—¿Por qué no vas a h4 a  hacerle una visita a nuestro amigo y le recordás que es su turno?
La reina hizo su jugada hasta h4 y, como un saludo le gritó al rey blanco:
—¡Jaque!
—¡Jaque! ¿Jaque? Esa palabrita me recuerda algo, ¿Jaque? ¡Pero, no me acuerdo qué era!
El alfil que estaba a su lado, mientras las piezas negras se reían, le contestó.
—¡Cómo se olvida! Una palabra importante en ajedrez. Significa que lo están atacando.
—¿Atacando? ¿¿A mí?? ¡¡Pero, cómo se atreve!! Y le dice a la reina, Hacerme jaque a mí, pero qué insolencia, eso está muy, muy mal. ¡Qué vergüenza!
—Bueno, no es para tanto, para eso jugamos. Por qué no soluciona su problema.
—Sí, claro, ya mismo—y le dice a su alfil—mové a f2 así me defendés.
—Con mucho gusto lo haría, señor, pero yo no puedo mover de esa manera.
—Entonces, usted, el del caballo, colóquese en g3 para protegerme.
—Lo siento, pero las reglas de este juego me lo impiden.
El rey, intentó apartar un peón de su casilla, para ocuparla él, le rogó a la torre que capturara la reina, sin embargo esas jugadas no valían. Por lo que le dijo a la reina:
—No encuentro forma de solucionar este jaque.
—¡Por supuesto! ¡Entonces ha perdido, le hice jaque mate!
Tiempo después, jugó de nuevo con las blancas pero ya había tomado varias clases de ajedrez para mejorar su juego y no cometer los mismos errores. Así, que cuando le avisaron que tenía que mover, se recordaba a sí mismo, mientras pensaba su jugada:
—El profe me explicó que había una diagonal peligrosa. No tengo que desprotegerla, esta vez no voy a equivocarme... Lo que no recuerdo bien es: ¿cuál era esa diagonal? Qué mala suerte, qué muevo. A ver, a ver. Sí ya está. Mové vos, le dice al peón de f2, hasta f4.
La reina, que no hizo a tiempo a detenerlo le gritó:
—Pero qué hiciste, abriste la diagonal más peligrosa del tablero. ¡Otra vez!
—Bueno, pero no te enojes. Ahora me acordé, todavía tenemos tiempo.
Mientras discuten, las negras juegan e7—e5.
—Mirá, le dice el rey a la reina, ahora ponemos al soldado en g3 para cuidar esa diagonal. ¿Ves? Ya solucioné el problema, soy un genio. (El peón mueve a g3.)
Las negras capturan e5xf4 y el rey blanco se enoja.
—¡Capturaron a mi mejor soldado! Me las pagarán. Usted, el de g3, captúrelo. (gxf4)
El peón blanco lo hace, y la reina blanca, casi con burla, le pregunta al rey:
—¿Te acordás, "genio", para que habías puesto al soldado en g3?
—¿Yo? Sí, claro. Esteee... no. ¿Para qué había sido?
—Yo se lo voy a recordar, su alteza —grita, la reina negra, mientras se mueve en diagonal hacia h4— era para que yo no pudiera venir hasta aquí. Lamento que se le haya olvidado, pero, debo decirle, otra vez: ¡Jaque Mate!»
Algunas veces, la narración termina aquí, en otras ocasiones –siempre considerando la situación concreta- agrego el siguiente final:
                «El Rey no se desanimó: tomó nuevamente clases, le explicaron una y otra vez el peligro de la diagonal y le aconsejaron que se pensara más cada jugada. Así, preparado, se presentó a jugar. Pero, esta vez el problema fue otro: ¡le tocaron las piezas negras y el cambio de perspectiva lo confundió! Ya no estaba seguro si la diagonal débil era la de la izquierda o la de la derecha. Mientras tanto, las blancas jugaron 1.d4, y, sin estar del todo convencido, el rey ordenó jugar 1…f5. Las blancas continuaron con 2.Ag5 Entonces, recordó que debía pensar las amenazas del adversario y descubrió que el alfil atacaba indirectamente a su reina e inmediatamente dispuso 2…h6 3.Ah4 y, por supuesto, ahora 3…g5 4.Ag3 f4 “Nadie ataca a mi reina”, dijo exultante, “Alfil, serás capturado”. Pero, ante la respuesta 5.e3 de las blancas se percató, de repente, de que éstas amenazaban “Dh5 mate”. ¡Otra vez la misma diagonal! Estaba a tiempo, todavía, y se defendió con  5…h5. Contra 6.Ad3 ya estaba a punto de pedir que capturaran al alfil, cuando volvió a sentirse desprotegido por la diagonal y advirtió la amenaza 7.Ag6. No se le ocurrió mejor defensa que 6…Th6. (Ver diagrama) Suspiró aliviado, creyendo haber resuelto, de una vez por todas, el problema. Su paz duró poco: tras la inesperada jugada 7. Dxh5 Txh5 8.Ag6 mate. No se tienen nuevas noticias del rey, pero seguro que anda por ahí, todavía jugando al ajedrez.»

miércoles, 1 de enero de 2020

TÍTULOS FIDE PARA DOCENTES Y ENTRENADORES

FIDE Trainer (FT):  Entrenador FIDE
Título más alto a nivel internacional; para entrenador de un equipo olímpico. Sólo están habilitados los jugadores por encima de 2350 puntos de ELO.

FIDE Instructor (FI): Instructor FIDE

Título que permite preparar jugadores a nivel internacional. Enseña la teoría del medio juego y del final. Trabaja con el jugador en la creación de un repertorio de aperturas personalizado.


National Instructor (NI): Instructor Nacional

Título apto para preparar a jugadores de hasta los 1700 puntos de ELO y ayudar a los jugadores a que adquieran un nivel competitivo nacional.

Developmental Instructor (DI): Instructor de Desarrollo

Es el instructor para principiantes, alumnos de primaria, jugadores de nivel intermedio y  ajedrez recreativo.


Por último, existe el título de FIDE Senior Trainer, que no se obtiene mediante formación y examen. Es el título que entrega la FIDE a aquellos preparadores que cuentan con campeones a nivel internacional y un bagaje.